En los Estados Unidos no es el voto directo del elector quien decide la elección estadounidense, sino un colegio electoral de 538 delegados indicados y elegidos por cada Estado, con excepción de Maine y Nebraska, estados donde la división es realizada por distritos electorales. De modo general, el candidato a la presidencia necesita recibir los votos de los delegados.
En el Colegio Electoral, entre las 51 unidades federales de Estados Unidos, cada una posee un número de asientos (delegados) que deciden quién será el futuro presidente. El estado de California, por ejemplo, tiene 55. Cada representante delegado es libre de votar por el candidato de su elección, pero en realidad votan por el candidato elegido por el voto popular.
En caso de empate en el Colegio Electoral, la Cámara elige al presidente por el voto por voto representando uno por estado; si el Consejo no se resuelve, la decisión debe tomarse en el Senado. El número de delegados de un estado corresponde al número de senadores y diputados que representan el mismo estado en el Congreso.
Las reglas del cargo de elección popular del presidente norteamericano se establecen en la cláusula 3, apartado 1 del artículo II de la Constitución de los Estados Unidos. La elección presidencial siempre tiene lugar el martes después del primer domingo de noviembre. El presidente toma el poder el 20 de enero del siguiente año.
Desde 1888, George W. Bush fue el primer candidato para ganar en el Colegio Electoral, incluso perdiendo el voto popular. En 2000, George W. Bush tenía el 47,9% de los votos, mientras que Al Gore ganó con un 48,4%, pero si fue elegido al conquistar 271 delegados contra 266 de Al Gore.