Los hombres del Renacimiento eran claramente conscientes de que vivían en una era diferente de la Edad Media –tanto que fueron los primeros en dividir los tiempos históricos en Antigüedad (definida por la cultura grecorromana), Medievo (marcado por una cultura bárbara) y Modernidad (caracterizada como una fase de progreso cultural, gracias al descubrimiento de la civilización clásica. Los renacentistas menospreciaban la cultura de la Edad Media, siendo considerada inferior culturalmente a la de la Antigüedad.
En la actualidad, se hacen serias reservas a la opinión renacentista, pues lo que se afirmó ser radicalmente nuevo fue una continuación de la cultura que empezó a fraguarse desde los fines de la Baja Edad Media. Sería una exageración concordar que la Edad Media no pasó de ser más que una Edad Oscura. Por otro lado, el énfasis en la ciencia y la razón, el aprecio supremo por el hombre y el perfeccionamiento por una estética rígida son méritos que deben ser reconocidos en este movimiento cultural.
Hay que señalar aquí que la preocupación de ver la historia con juicios de valor permanece en muchos historiadores contemporáneos, los cuales olvidan que nada es enteramente nuevo y que las manifestaciones humanas necesitan ser analizadas desde la realidad de su época.
Los elementos más importantes del Renacimiento fueron los siguientes:
- Recuperación de la cultura greco-romana como el paradigma intelectual y artístico central.
- La glorificación del hombre, que se colocó en el centro de todo (antropocentrismo).
- La búsqueda de un nivel intelectual que trascienden las fronteras nacionales (universalismo).
- La importancia de la naturaleza y sus fenómenos.
- Racionalismo y pensamiento crítico, lo que dio lugar a la adopción de métodos de observación y experimentales. El racionalismo es una característica histórica del Renacimiento, aunque no exclusivamente propia del movimiento.
Renacimiento civil y Renacimiento cortesano
El movimiento renacentista se puede dividir en dos partes: el Renacimiento civil y Renacimiento cortesano.
El primero estaba relacionado con las ciudades republicanas de Italia, dirigido por la nobleza y la alta burguesía comerciante. Los temas están más relacionados con la realidad burguesa, a menudo con personajes y escenas de la vida cotidiana.
El segundo floreció en los estados principescos donde patrocinio está prácticamente restringido a los gobernantes, en cuyo caso los sujetos estaban más preocupados por los intereses de los príncipes, con frecuentes temas mitológicos. Sin embargo, tanto en un caso como en el otro, el tema religioso estaba presente.
A finales del siglo XV, los estados italianos pasaron a primer plano de la política europea debido a las guerras de Italia (1494-1544), iniciada por los reyes de Francia para conquistar territorios en ese país. Fue entonces que la extraordinaria producción cultural del Renacimiento italiano se hizo más visible a otros países europeos. Los soldados y los diplomáticos fueron los instrumentos principales de esta difusión.
Como resultado del proceso de centralización monárquica experimentada por la mayoría de los países europeos, el modelo cortesano prevalecía. En cuanto al Renacimiento civil, sólo podría prosperar en regiones donde la ausencia de un poder político fuerte coincidiera con una burguesía próspera y una intensa vida urbana, como ocurrió en Italia; este fue el caso de los Países Bajos (Holanda).