El sistema de lectura para ciegos, llamado braille, surgió de un sistema de lectura en la oscuridad desarrollado por Charles Barbier. Tenía fines militares. Fue, sin embargo, el francés Louis Braille, que era ciego, quien pasó a optimizarlo hacia un modo de comunicación todavía más completo. Braille conoció el sistema y lo modificó pasando de un grupo de 12 puntos a un grupo de apenas 6 puntos, formado por dos columnas, con tres puntos cada una. El agrupamiento de 6 puntos posibilita la constitución de 63 símbolos diferentes que sirven para representar los caracteres en la literatura, las matemáticas, la informática y la música. El sistema fue inventado en 1825 y hasta hoy es usado en todo el mundo.
A pesar de su eficacia en el acceso de las personas ciegas a la información, la lectura, el estudio y el aprendizaje, el sistema no ha logrado avanzar y alcanzar todos los medios de la sociedad. Así, el ciego tiene dificultades muy serias para encontrar otras personas conocedoras del sistema y la mayoría de equipamientos, sectores públicos y tecnologías no brindan informaciones escritas en braille. Se hace difícil incluso utilizar el aseo público, pues no saben cuándo se trata de un baño masculino o femenino.
Ese problema tan simple señalado anteriormente sería fácilmente resuelto si las letras de la placa en la puerta de estos espacios tuviesen inscripciones en braille. Así como ese caso, otras escenas cotidianas pueden resultar tediosas para un ciego. El sistema braille aún no ha sido difundido lo suficiente para que las personas ciegas sean realmente insertadas en la sociedad y puedan tener mayor autonomía, lo que traería una mayor fuerza de vivir para cada una de ellas a pesar de sus discapacidades.
La lectura del braille es muy fácil. Sólo es necesario conocer los símbolos y se puede leer normalmente con el tacto o con la visión. Los caracteres son leídos de izquierda a derecha y hasta signos de puntuación son representados a través de puntos en alto relieve.
Para escribir es necesaria una mayor técnica. Se utilizan dos instrumentos: el punzón y la regleta. En cuanto a la regleta, esta se trata de una placa de metal con huecos en una de sus caras. El papel, un poco más grueso que el común, es colocado encima de esa placa y presionado con el punzó, un instrumento semejante a una aguja, pero con la extremidad redondeada, para que, al presionar el papel contra los orificios de la regleta, este no sea perforado, y apenas marcado. El papel es marcado de derecha a izquierda, en el sentido contrario a la escritura tradicional. Al terminar el papel es girado y puede leerse con normalidad.
Afortunadamente, hay ordenadores que ya consiguen traducir de braille y para braille. Actualmente hay algunos que incluso consiguen imprimir páginas a dos caras, reconocer voz y transformarlo en braille, entre otros recursos que facilitan el acceso de ciegos a la informática. Hay también teclados especiales con teclas en braille. Estas teclas se encajan en el teclado de modo que el ciego puede digitar normalmente.
Además de los equipos informáticos existen otros mecanismos como juegos de montaje, relojes que permiten la verificación de hora a través del tacto, entre otros. Existen dispositivos que no usan el braille sino el sonido, de modo que el ciego tenga acceso a la información de otra manera. Muchos sitios, ordenadores, sistemas de lugares públicos, entre otros, ya hacen uso de ese método.