Autocracia es una forma de gobierno en la que un hombre tiene el poder supremo. Él tiene el control absoluto en todos los niveles de gobierno sin el consentimiento de los gobernados. El sentido de la palabra tiene una connotación específica histórica y política que converge en muchos puntos.
Las monarquías no son siempre autocráticas, ni siquiera las monarquías absolutas. En caso de ser una monarquía absoluta de derecho divino no puede ser considerada como una autocracia, porque su legitimidad depende de más de una entidad (Dios).
Históricamente se refiere al Imperio Bizantino en el que el emperador se hizo llamar autocrator, lo que significaba para él que su poder era supremo, absoluto, ilimitado e irresponsable con respecto a cualquier institución terrenal y dado sólo por Dios. Era un gobierno total sobre la sociedad ya que controlaba el dominio temporal y espiritual. La historia del término se extendió a partir del final del imperio bizantino, con la adopción por parte de Rusia de la ideología imperial de Bizancio. Además de adoptar el título de zar, equivalente ruso de César latino, adoptó también la denominación y trasfondo de la autocracia.
Políticamente, la autocracia es un término que denota un tipo particular de gobierno absolutista, teniendo un sentido estricto y otro más amplio. Se entiende más exactamente como el grado máximo de absolutismo en la personalización del poder. El sentido amplio es un gobierno absoluto, con poder ilimitado sobre sus súbditos, que presenta una gran autonomía en relación a cualquier institución y los gobernados. El jefe de estado absoluto es autócrata, así que siempre no hay una fuerza social capaz de limitar sus poderes políticos explícitos e implícitos. Por lo tanto no todos los monarcas absolutos son autócratas. En Europa Occidental, ni siquiera el rey Luis XIV de Francia lo fue y también pueden existir autócratas que no son monarcas como fue Hitler.