Las armas de destrucción masiva tienen la capacidad de alta destrucción y consecuente muerte de cientos de miles de personas en un lugar determinado en una sola aplicación. Están representados principalmente por medio de armas nucleares, químicas y biológicas.
Las armas de destrucción masiva biológicas pueden, por ejemplo, propagar virus y bacterias mediante correspondencias. Son virus que pueden causar una pandemia sin destruir la infraestructura de una ciudad. Las armas químicas llevan sustancias tóxicas que pueden contaminar el suelo de una ciudad y penetrar los tejidos de los cuerpos humanos y otros organismos vivos. Dado que las armas nucleares llevan elementos radiactivos a través de la fisión nuclear, la liberación de cantidades muy elevadas de energía tiene el potencial de devastar ciudades, bosques y toda la vida en esta región en particular, con la capacidad de alterar el código genético de un ser vivo y producir deformidades.
La más sutil de las armas de destrucción masiva es el arma biológica, por ser un arma invisible utilizada por grupos terroristas que desafiaron a las autoridades de seguridad en los Estados Unidos y Europa en la década de 2000 con actos de bioterrorismo.
De las tres armas de destrucción masiva citadas (nuclear, química, biológica), la bomba atómica (arma nuclear) requiere una inversión mayor en la investigación científica y la construcción de instalaciones propias para su desarrollo. En la historia, es debido a la teoría de la relatividad de Albert Einstein que se pudieron asentar las bases de desarrollo científico de bombas atómicas y bombas de hidrógeno. En el final de la Segunda Guerra Mundial, fueron detonadas dos bombas atómicas por los Estados Unidos en Japón, una en Hiroshima y la segunda en Nagasaki.
Los Estados Unidos, a pesar de ser el objetivo de los intentos de proliferación de armas de destrucción en masa por terroristas, también utilizan armas biológicas y químicas durante sus ataques en la guerra de Vietnam. Teniendo en cuenta el sector oficial bélico, en 2005, los Estados Unidos ocuparon el primer lugar entre los países que invirtieron en las zonas militares, la construcción y el mantenimiento de los armamentos. Ese año, los Estados Unidos gastaron 479,2 mil millones de dólares, equivalente al 48% del gasto mundial. En la misma lista, Reino Unido, Francia, Japón y China invirtieron juntos 177,5 mil millones de dólares. Según el Boletín de los Científicos Atómicos (Bulletin of Atomic Scientists), gran parte de las armas de destrucción masiva están concentradas en los Estados Unidos y en bases de países miembros de la OTAN.