En el año 1649, la llegada de Cromwell al poder, en un principio representaba la posibilidad de instalar un gobierno popular en Inglaterra. Sin embargo, al asumir el gobierno de Inglaterra, el líder del Consejo de Estado, o de la Commonwealth, abandonó a los populares a quienes había ofrecido semejante ascensión política. La república de Cromwell tuvo, en la práctica, la forma de una dictadura personalista.
Mientras que él luchó militarmente a la reacción de los monarquistas apoyados por la Corona Escocesa, Cromwell también persiguió y asesinó diversos líderes de los cavadores (diggers en inglés) y niveladores (levellers en inglés), ambas facciones políticas que lucharon en la guerra civil inglesa.
En el ámbito económico, trató de detener la competencia holandesa, con la aprobación de las Actas de Navegación. De acuerdo con esta ley, ningún buque extranjero, excepto las procedentes del mismo país de origen del producto, podría atracar en la orilla del mar británico. Con esta medida, el gobierno trató de recuperar la economía inglesa a través del beneficio de los sectores burgueses.
En 1653, el Parlamento británico había sido disuelto por completo, Oliver Cromwell, alcanzó la condición de Lord Protector de Inglaterra. Disfrutando de poderes y derechos políticos ilimitados, Cromwell se convirtió en un líder máximo. No teniendo ninguna otra limitación de poder, comenzó a reflexionar sobre su coronación como rey de Inglaterra. No queriendo parecer una especie de retorno al Antiguo Régimen, Oliver Cromwell rechazó esta propuesta.
Centralizando de poderes, Cromwell llevó un período más estable en el proceso de la Revolución Inglesa. En esta disposición, muy cerca de los poderes de un monarca, Oliver Cromwell designó a su hijo para sucederle en el cargo. Con su muerte en 1658, el gobierno cayó en manos de Richard Cromwell. Sin un amplio apoyo político, finalmente Richard acabó depuesto 1659 al fracasar en su intento de control absoluto.